martes, 23 de octubre de 2012

Otro cuentito del cuarteto

Este es el tercer cuento del cuarteto mágico de 

Pilar Mateos, espero que les guste tanto como 

a mi, y que lo disfruten mucho!!!


El Reloj:
   La bruja Mon necesitaba un reloj. "Lo quiero sumergible", pensó, "con cronometro y alarma que dé las horas, los días, el mes y el año”. Saco su varita mágica y dijo las palabras secretas. Entonces, delante de la cueva, apareció un reloj de sol. Pero el día estaba nublado, y la bruja Mon no supo si era la hora del desayuno o de la comida; así que preparo la merienda.
  “Mi varita es tan vieja que solo fabrica antigüedades”, le contó a Granjano. Yo quiero un reloj moderno. “Pues quítaselo a un niño”, sugirió el cuervo Granjano.
  La bruja Mon se sentó en el umbral, a esperar que pase un niño. El primero fue un hermano mayor, de ojos alegres. Y su reloj era sumergible. La bruja Mon lo vio “Dame tu reloj”, le dijo. El hermano mayor sonrió alegremente: “Yo te lo daría”, respondió. "Pero detrás viene mi hermano mediano, que tiene un reloj mucho mejor que el mio".
  El hermano mediano era de expresión bondadosa. Y su reloj tenía cronometro. La bruja Mon se fijo muy bien. “Dame tu reloj”, le dijo. El hermano mediano sonrió bondadosamente: “yo te lo daría” respondió, "pero detrás viene mi hermano pequeño, que tiene un reloj mucho mejor que el mío".
  El hermano pequeño tenia una carita burlona y su reloj emitía tres alarmas diferentes. La bruja Mon las oyó “dame tu reloj”, le dijo, El hermano pequeño sonrió burlonamente: “yo te lo daría”, respondió. "Pero allí esta la torre de la catedral, que tiene un reloj mucho mejor que el mió".
  La bruja se empino sobre el palo de su escoba y vio la torre de la catedral. “Dame tu reloj”, le dijo. Y el reloj de la catedral llegó volando por los aires, con gran estrépito. Rompió la puerta de la cueva, aplasto la librería y derribo todos los muebles. ¡Era un reloj descomunal!, la bruja Mon se quedo mirándolo con cara de tonta. De pronto, un ruido atronador le puso los pelos de punta: el reloj iba a dar las tres, y a cada campanada, temblaba el suelo de la cueva, y las paredes parecía venirse abajo.
  La bruja Mon salio huyendo despavorida, tapándose las orejas con las manos. Esa noche tuvo que dormir en la torre de la catedral.


Fin

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